Mientras curso un doctorado en optimización combinatoria en Brasil, he podido ser testigo de cómo el ambiente computacional está inmerso en la programación competitiva. En el laboratorio donde trabajo, casi todos los estudiantes de computación han participado en algún evento de la ICPC - International Collegiate Programming Contest , ya sea sobresaliendo o simplemente sumándose a la experiencia. Es frecuente escuchar cómo estos concursos les permiten destacar académicamente y potenciar sus habilidades prácticas.
Pero, ¿qué es realmente la programación competitiva? A simple vista, podría definirse como la capacidad de escribir código eficiente, pero esa descripción resulta insuficiente. He conocido programadores con un profundo conocimiento matemático o especializados en áreas concretas que logran optimizar su código a niveles extraordinarios, sin embargo, la esencia de la programación competitiva radica en el enfoque sistemático para abordar problemas computacionales. Es similar a cómo un matemático enfrenta retos en el mundo de las matemáticas, pero aplicado a problemas de programación, donde se deben analizar, descomponer y solucionar desafíos mediante algoritmos y estructuras de datos. Esta disciplina permite ampliar la visión del programador, integrando tanto ideas propias como enfoques de reconocidos expertos en computación y matemáticas.
En la era de la inteligencia artificial, he observado que muchos programadores competitivos, incluidos mis alumnos, han incursionado en este campo. Se habla de aumentos de productividad de hasta 10x en el desarrollo de software gracias a la IA; aunque estos modelos pueden resolver problemas de nivel intermedio con rapidez, aún enfrentan dificultades con desafíos que requieren un razonamiento especializado y en múltiples capas. La programación competitiva, en cambio, enseña a comprender y estructurar el proceso de solución, una habilidad invaluable para un programador.
Actualmente, trabajo en el desarrollo de un algoritmo para un problema de optimización NP-hard, en el cual, a pesar de tener muy pocas variables de entrada, el tiempo de cómputo crece de forma exponencial. Durante meses, he explorado distintas estrategias y he intentado mejorar el estado del arte con ideas innovadoras. Probé utilizar una IA de pago para refactorizar partes complicadas de mi código; si bien la herramienta fue útil para tareas mecánicas —como generar benchmarks detallados que me ahorraron horas de trabajo—, noté que aún no alcanza a captar los matices de problemas que requieren un razonamiento profundo.
Los concursos y eventos de programación no solo descubren talento, sino que también han impulsado soluciones que han marcado hitos en diversos sectores. Por ejemplo, la Transformada Rápida de Fourier (FFT), desarrollada por Cooley y Tukey, revolucionó el procesamiento de señales y facilitó avances en la transmisión de datos y en la producción de pantallas de alta resolución. Asimismo, la startup DeepSeek ha logrado optimizar su software para operar eficientemente en hardware limitado, superando restricciones tecnológicas y demostrando que innovaciones algorítmicas pueden compensar limitaciones en infraestructura. En la industria minera, el problema Open-Pit Mining se modela mediante teoría de grafos para optimizar la extracción de recursos, lo que permite reducir tiempos y costos operativos de forma significativa.
En definitiva, la programación competitiva es una herramienta poderosa que enriquece la formación académica y fortalece el desarrollo profesional. No se trata solo de competir, sino de aprender a descomponer problemas complejos, identificar patrones y diseñar soluciones eficientes. Esta disciplina invita a quienes buscan un aprendizaje continuo a perfeccionar sus habilidades en algoritmos y estructuras de datos, lo que resulta fundamental para innovar y enfrentar con éxito los desafíos tecnológicos del futuro.
Miguel Alessandro Mini Huambachano
Estudiante PhD UNICAMP
Mundialista ICPC
Programación Competitiva: Pensar Como un Computador en la Era de la IA